jueves, 3 de julio de 2014


EL OTRO CIORAN

 

El otro Cioran: del vacío existencial al cinismo terapéutico*

 

 
"Je suis un étranger pour la pólice, pour Dieu et pour moi-même"
En la imagen, el pasaporte de Cioran ("de profesión estudiante"), subastado junto con otros documentos personales en Paris, en 2011.

Desde la perspectiva de la vanguardia histórica que ocupaba mis estudios en el momento en el que presenté esta conferencia en una biblioteca pública de Barcelona, me pregunté, al releer Cioran, si en su caso se podría hablar de un pensamiento revolucionario. Pronto me di cuenta, sin embargo, que la filosofía sobre la que se asienta su literatura (y toda la filosofía en general, aquella que encubre su propia etimología), no tiene nada que ver con la idea de una avanzada o de un progreso, sino más bien con el retorno de las viejas preguntas sobre la existencia, la sociedad, el amor, el odio, la muerte y el ser, etc. Entendí entonces que el pesimismo irónico de Cioran podría devolvernos algo de aquel sentido perene de la filosofía, entendida ésta como "amor por la sabiduría" (...)
 
Sin un oficio, excepto aquel de profesor de filosofía, entre 1934 y 1937, en el Colegio "Andrei Şaguna" de Braşov - experiencia que recordará como "catastrófica" -,  sin una fuente estable de ingresos, sin propiedades materiales, sin mujer y sin hijos, sin ciudadanía y sin país - definido, por lo tanto, a través de las negaciones - Cioran presumía por tener un completo "curriculum de sufrimientos". Es sabido que muchos pensadores, como es el caso de Kieerkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, Sartre, Jaspers y, a fin de cuentas, el legendario Sócrates, podrían ser considerados filósofos "esópicos" o "resentimentales", en la medida en que su pensar se vio influenciado por enfermedades del cuerpo o del alma. También en el caso de Cioran, su débil constitución corporal, así como sus frecuentes crisis de insomnio, se volvieron algo parecido a un instrumento metafísico, una terapia radical contra el sueño dogmático. En este mismo sentido, tanto su exilio - Cioran llegaba a Paris en 1936, dejando atrás de forma definitiva su país, así como su lengua materna a favor del francés-, significaron para él no tanto un exilio político, como un exilio de orden más profundo,  de tipo estético, una reinvención de sí mismo mediante la técnica del pseudónimo, astutamente aprovechado como una estrategia más que le ofrecía su nuevo idioma.
 
En este sentido, el manifiesto contenido negador de la obra cioraniana puede ser comprendido como una intensa afirmación de la individualidad. La diferencia entre el nihilismo y la mística, en este caso, es meramente formal, si pensamos que cualquier experiencia del "no" es, en el fondo, una experiencia mística - tanto si se trata de una exacerbación de la totalidad, como si se trata de una exacerbación de la individualidad. Por otro lado, si de verdad fue un pesimista, entonces habrá que verle a Cioran como un "pesimista seductor", tal como le han llamado, en un libro reciente, Carlos Cañeque y Maite Grau. Cioran no pudo ser un pesimista en el sentido corriente de la palabra, simplemente porque, en el fondo, un creador nunca es pesimista. El pesimismo - una función del escepticismo - tiene el valor, en Cioran, no solo de principio ontológico, sino también creativo: la conciencia, afirma Cioran en "El libro de las quimeras", en cuanto fatalidad, es una herida abierta en el vientre de la vida. De aquí que, en efecto, solo alcanzen la felicidad los que no piensan o que piensan solo lo suficiente para vivir. El pesimismo de Cioran, por lo tanto, tiene algo de pose, de impostura, en el mismo sentido en el que también lo tenían su marginalidad social, su metafisíca de profeta, de exiliado, de fracasado. de escéptico (le douteur). El nihilismo disfrazado de Cioran recuerda el eterno drama del actor que intenta huir de si mismo.
 

* Éste es un fragmento de un texto mío publicado en catalán en el libro Pensar en tiempo de incertidumbre  coordinado por Pol Capdevila y Francis García y publicado en 2011, año centenario desde su nacimiento. El texto completo se puede leer aquí:
 
 
Foto: RFI
 De profesión "estudiante" y experto en el suicidio, Cioran no tuvo reparo, sin embargo, en utilizar su etiqueta de profesor de colegio para solicitar en Paris un carné de biblioteca "régime spécial". Una experiencia catastrófica según él, aquel único año cuando ejerció de profesor en el colegio "Andrei Saguna" de Brasov (Rumanía), 1936, para sus alumnos habría sido una experiencia fascinante y para los demás profesores, una pesadilla. Como profesor, solía insistirles a sus alumnos que la filosofía "no se aprende, sino e piensa".

Es así como recuerda el propio Cioran su experiencia como profesor de filosofía, en uno de los textos publicados en la colección de cuadernos de la Academia Nacional "Mihai Eminescu" (Caietul nº 2 Emil Cioran, 2006 ):


"Fui profesor durante un año; mis alumnos me llamaban “el loco”... Era horriblemente infeliz. Como profesor, ¡qué no hice como professor! Iba a clases, me quedaba solo media hora, decía un par de cosas provocadoras y mis alumnos se quedaban completamente atónitos. Por ejemplo, cuando preguntaba a alguno de ellos: ¿por qué no está bien dicho “fenómenos psicológicos”, sino “fenómenos psíquicos”?, y el alumno contestaba: “un fenómeno psíquico es instintivo, normal.” Al cual yo contestaba: “No es verdad, todo lo que es psíquico es anormal; pero no solo ésto, también es anormal todo lo es lógico”; incluso añadía: “el propio principio de identidad es una enfermedad”. El estupor en clase era general. Vivía en Brasov, una ciudad de provincia de Rumanía, y leía a Shakespeare; había decidido hablar solo con Shakespeare; iba cada día a la cafetería, a leer. Un día, el profesor de gimnasia se sentó a mi lado. Le pregunté: “¿Quién es Ud.?’”,  y él: “¿Cómo, no me conoce Ud.? ¡Soy el profesor de gimnasia!”. “¿Quiere decir que no es Shakespeare? En este caso, váyase Ud.!” Se fue y acabo diciendo a toda la gente que Cioran no quiso hablarle porque no era Shakespeare! Yo estaba loco de verdad. Tenía una inclinación por el exceso, hubiera adoptado cualquier cosa, con tal de que sea excesiva, incluso una secta religiosa mórbida, si se hubiera dado el caso."

(traducción del rumano)